
15 May ¡Se puede!
Estrenamos nuevo espacio donde hablaremos sobre el triángulo que forman la razón, la emoción y la acción. O, dicho de otra manera, la mente, el corazón y el cuerpo. Aspectos que trataremos contextualizándolos en la actividad de mediación según la especialidad tratada.
Empezaremos abordando la especialidad de Mediación Familiar y dentro de ella trataremos cuestiones referentes a conflictos entre:
– Personas unidas entre sí, con vínculo conyugal o familiar, parejas de hecho, otro tipo de grupos convivenciales.
– Aquellos conflictos derivados de la ruptura de pareja.
– Entre los progenitores/as, así como, discrepancias generadas sobre alimentos entre parientes.
– Los existentes entre familias de acogida y las familias biológicas.
– Los conflictos aflorados entre progenitores/as y los abuelos/as.
– Además de considerar los conflictos entre personas dependientes y los familiares que les atienden.
– Sin olvidarnos, de los conflictos aflorados como consecuencia de Herencias, sucesiones o negocios familiares.
Cuestiones todas ellas repletas con un extenso contenido y que iremos abordando de una forma comprensible y sencilla que nos ayude a orientarnos en cuestiones básicas y que podamos gestionar con la ayuda de un profesional si así lo consideramos.
Porque en todo conflicto nuestra mente puede verse desbordada o bloqueada por las emociones que sintamos en ese momento. Paralizándonos y no dejándonos avanzar de una forma más saludable y positiva. A fin de cuentas, somos personas, nos relacionamos y participamos creando vínculos emocionales. Cuando surge un conflicto, nos posicionamos según el tema que estemos tratando, no podemos evitar tener intereses sobre el mismo y ordenamos unas prioridades que pueden no ir en sintonía con quien nos relacionamos. Este conflicto se puede gestionar y se debe gestionar con una dinámica estructurada, puede ser con la ayuda de un mediador/a profesional, canalizando la comunicación en función del deterioro que presente y colaborando en el proceso de una forma voluntaria y consciente.
Tenemos a nuestra disposición un medio para ayudarnos a solucionar nuestros conflictos, obtener soluciones tratadas y aceptadas por nosotros mismos, que nos ayudara en el tiempo a mantenerlas con mayor responsabilidad y satisfacción. Podemos reconducir la situación, podemos mejorarla y evitar un mayor deterioro que no nos traerá paz. Medita, valora lo que puedes ganar y no desestimes nada sin experimentarlo previamente. Dale una oportunidad a la mediación.
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